Venezuela, tierra de contrastes geográficos y una biodiversidad que deslumbra, se encuentra ante una encrucijada crucial en su modelo de desarrollo. En un planeta que clama por alternativas sostenibles, el ecoturismo emerge no solo como una tendencia global, sino como una necesidad imperante y una oportunidad dorada para la nación. Así lo vislumbra Antonio Pestana Drumond, un visionario con más de dos décadas dedicado a posicionar esta actividad como el presente y futuro del país, liderando iniciativas como EcoAlianza y la Asociación Venezolana de Ecoturismo y Sostenibilidad.


En la vibrante ciudad de Lechería, un moderno enclave del estado Anzoátegui, Venezuela, reside una pequeña gran maestra cuyo espíritu permanece indisolublemente ligado al verdor profundo de la selva. Atana Palacios, una niña de apenas siete años con la sabiduría ancestral corriendo por sus venas indígenas Warao, hace vida en la Fundación La Tortuga, ubicada en el municipio Diego Bautista Urbaneja, junto a su madre Mayrelis Palacios y su abuela Consuelo "Chelo" Nogueira. Aunque su día a día transcurre en este entorno urbano, su corazón viaja constantemente a las raíces que la nutren, a esa comunidad Warao donde la naturaleza palpita en cada hoja y cada susurro del viento. Sus ojos, brillantes como el reflejo del sol en los caños de su tierra ancestral, nos revelan un universo de amor y respeto por la madre naturaleza, una lección vital que a menudo se nos escapa en el bullicio de la vida moderna.

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